martes, 2 de junio de 2015

EL PELIGRO DE SUBESTIMAR A TU ENEMIGO: Espartaco y la batalla del Vesubio.

Año 73 A.C., uno de los mayores imperios que el mundo ha visto, se expande por todo europa central y el mediterráneo. El gran imperio Romano ha logrado superar la década de lucha en contra de los bárbaros. Al mando del general romano Marius, el imperio decide reforzar sus fuerzas militares con las tribus aledañas al imperio, las cuales deberán adherirse al imperio para evitar ser conquistados violentamente. El imperio se expande sin imaginarse que en su interior se prepara la más grande y sangrienta rebelión servil.



En aquellos años, el deporte favorito del pueblo romano, es la muerte de sus esclavos más fuertes en una batalla de entretenimiento dentro de una arena o coliseo. Estos esclavos son conocidos como gladiadores y de los nombres más recordados, resalta el de Espartaco.
Ser un esclavo en la antigua Roma quiere decir ser hijo de esclavos o haber nacido en una tribu aledaña rebelde y haber sido capturado para servir al imperio. Teniendo en cuenta la expansión del imperio por casi todo el mediterráneo, ser esclavo es pertenecer al 35% de la población del imperio y ser considerado una mercancía o una herramienta con alguna función en particular.

La vida no vale nada bajo esa condición y sobre esa premisa los esclavos más fuertes y con mejores condiciones físicas son comprados por diferentes “Lanistas” (dueños de gladiadores) quienes los entrenan en sus casas o “Ludus” y que buscan ascender políticamente gracias al entretenimiento que le brindan al pueblo con sangrientas batallas a muerte de sus mejores hombres.



Gladiadores romanos en batalla.

Un esclavo tracio, desertor de las fuerzas romanas, ha sido comprado por un joven lanista de la ciudad de Capua, Batiatus. El esclavo romano es renombrado con el nombre de Espartaco y con el breve pasar del tiempo, comienza a mostrar tanta nobleza, fuerza física e inteligencia como odio a la profesión que se le había asignado.

Mientras que las grandes legiones de Roma se despliegan fuera del gran imperio, Espartaco junto a su compañero gladiador Crixo, elaboran un plan para cambiar su libertad por la guerra y deciden que si deben morir que sea en busca de esta y no por diversión de otros.

Las primeras víctimas de los rebeldes resultan ser los propios guardias romanos quienes no son rivales para hombres que han sobrevivido y perfeccionado sus técnicas de pelea con los años de entrenamientos y batallas en la arena. Cerca de 70 gladiadores liderados por Espartaco escapan del ludus y comienzan a asaltar a los ciudadanos y soldados de la tranquila Capúa.

Estas primeras acciones no son más que revueltas insignificantes para Roma por lo que deciden, al inicio, no prestar mayor atención pero con el pasar del tiempo y la derrota de pequeños grupos de soldados romanos, el imperio ve la necesidad de enviar a su petror Claudius Glaber. Un hombre con desmedidos deseos de poder y quien encuentra en la misión de capturar al rebelde Espartaco un tropiezo en su camino al senado.

En un primer encuentro con los soldados de Glaber, quienes superaban ampliamente a las fuerzas de Espartaco, logran sitiar al líder rebelde sobre el volcán activo conocido como el Vesubio, un terreno en que la vida no es posible. Espartaco decide subir, con sus fuerzas, al monte para evitar perder su única ventaja, por otro lado Glaber espera a que el hambre y la desesperación se apoderen de los rebeldes y decidan bajar a enfrentarlos para apagar la revuelta.



Vesubio, monte conocido también por haber arrasado la ciudad de Pompeya.

Espartaco no sólo es un líder sabio y un gran estratega militar, sino que además posee  conocimientos sobre el territorio romano. Sabe que debe idear un plan (uno que nadie se lo espere) para sorprender el previsible accionar romano, mientras que por otro lado, en una muestra de soberbia y subestimación a su rival, Glaber ordena a sus hombres asentar su campamento al borde del monte Vesubio sin considerar guardias que vigilen los lados del campamento.

Espartaco ordena a sus hombres recolectar viejo ramado para usarlo de sogas, esto les permitirá descender por el precipicio y caer sobre el desatento ejército del petror. El plan se pone en marcha y junto a Crixo, el líder rebelde rodea el campamento con sus gladiadores. Glaber se ve perdido y su ejército sorprendido y desprovisto de armas. El número superior de hombres ya no representa peligro alguno para el grupo armado de Espartaco quien se impone con pocas bajas sobre el pretor Claudius Glaber.

En los próximos meses, Espartaco no solo logrará armar un ejército de esclavos de más de 300,000 hombres sino que también conquistará ciudades enteras del imperio, luchará y ridiculizará (en algunos casos) a generales y símbolos romanos y hará que Roma pelee con todas sus legiones al mando de los mismísimos emperadores Marcus Crassus, Pompeyo y Julio Cesar.



Escultura de Espartaco expuesta en Louvre

Espartaco, líder rebelde tracio, convertido de gladiador a líder de la rebelión, terminará de forjar su leyenda logrando cambiar el modelo económico servil de la antigua Roma, varios años después de su muerte.

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